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domingo, 26 de diciembre de 2010

SENTIMIENTOS DE PERTENENCIA

“Somos iguales, somos diferentes” fue una frase casi mítica en las formas de hacer política y de cambiar los valores sociales. El otro día el Foro Iruña escribió un interesante artículo que se llamaba “Todos somos igual de diferentes”. Lo cierto es que, en nuestro mundo, cada uno de nosotros nos sentimos diferentes a los demás. A veces pensamos que los demás no nos entienden. Es que tenemos suerte. La diversidad de la sociedad en la que vivimos es casi infinita. Diferentes edades, creencias religiosas, razas, convicciones ideológicas, condiciones físicas, tamaños de nuestra cuenta, opiniones intelectuales, tradiciones culturales…

El problema es cuando nos sentimos “nosotros”, en contraposición a “los otros”. Eso es algo de primero de antropología; pero como no todos hemos estudiado antropología, tendemos a reproducir esta actitud. La separación. Y porque esta es la actitud predominante, buscamos incansablemente grupos de personas que nos hacen sentir aceptados, que nos apoyan en nuestras opiniones, convicciones e ideología. Nos unimos a ONG´s, partidos políticos, sindicatos, iglesias, asociaciones… intentando desesperadamente encontrar el lugar al que pertenecemos.

Por eso, nos aterroriza la diferencia y la expulsamos, como si se tratara de la peste. Intentamos rodearnos de personas que apoyan nuestras ideas, sin importar lo negativas o limitadas que puedan ser. A las personas que están en desacuerdo, que aportan una visión crítica, las evitamos. Sin ver que nos ayudarían a crecer, a ver las cosas desde otro punto de vista, a aprender.

Por eso, incluso en los grupos que tienen planteamientos similares hay graves separaciones. Las religiones se ramifican, los partidos políticos discrepan (”a tierra, que vienen los mios”), las asociaciones se escinden (“los de fuera son mis adversarios, los de dentro, mis enemigos”)… Hasta los grupos de música, cuando consiguen la fama, se separan… Creo que todo esto ocurre porque algunas personas no se sienten bien con ellos mismos y necesitan desesperadamente fanatizarse por la perspectiva particular que han escogido, en su desesperada necesidad de convencer al mundo pero, sobre todo a ellos mismos, de que tienen razón. Esas personas, en busca de la unidad, en realidad crean una enorme separación. Sus opiniones y prejuicios crean distancia y generan vacíos imposibles de atravesar.

Algunas personas ya estamos hartas de tanto prejuicio y tanto enrocamiento ideológico. Queremos construir puentes y abrir puertas y ventanas. Queremos respirar a pleno pulmón con este, con aquel y con el otro. Sólo prevenidos ante los egoístas y los negativos. Esas personas que todo lo llenan de tristeza y de angustia.

Porque para el próximo año habrá que buscar la manera de pertenecer a algo sin despreciar el resto, sin crear guettos y sectas que solamente nos destruyen el camino hacia casa.