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sábado, 30 de junio de 2012

LARGO FIN DE SEMANA EN FOSSES ET BALEYSSAC


El fin de semana pasado estuvimos en una casa rural en Fosses et Baleyssac, en la Gironda, a 50 Km más o menos de Bordeaux. No voy a hacer una larga descripción del viaje, porque no ha sido un viaje, sino más bien una escapada.

Me gustan las casas rurales, no solo por la escapada y por desconectar sino porque alguien que comparte la casa contigo (aunque sea a fogonazos) durante quince años y desayuna a tu lado, hace turnos para ocupar la ducha, cocina, friega y comparte la atención a los niños, se convierte, inevitablemente en parte de tu familia.

Pero no es de eso de lo que voy a hablar hoy. Cada vez que vuelvo de un viaje y algo me ha gustado, lo recomiendo por ahí hasta que llega un momento en que se me olvida el nombre, la página web o la compañía con la que he reservado y cuando alguien me pregunta pasado un par de años por ese hotel fantástico, esa casita rural o por aquella excursión, yo ya no me acuerdo de los detalles exactos. Por eso los guardo en este blog que tiene mucha mejor memoria que yo.

El otro día les dije a mis compañeras de trabajo que lo mejor de este viaje era la casa y me pidieron referencias. Por eso, apuntaré dos recomendaciones de un largo fin de semana (de jueves a domingo) con el que disfruté de verdad.

La primera recomendación, desde luego, es la casa: “LesPhiliberts” era, sencillamente, maravillosa



Una fachada de ventanas en forma de arco, un jardín verde alrededor de esos que imaginas llenos de niños jugando, piscina climatizada, cenador para las comidas al aire libre, columpios y mesa de ping pong, una cocina grande en la que hacer la vida, una pareja de anfitriones al borde de la jubilación y encantadores. Vivían en la casa de al lado y aunque casi no los hemos sentido, han sido todo facilidades y todo en uno de esos lugares en el que los niños podrían pasar el verano de sus vidas.

La segunda recomendación, sin duda, Saint Emilion: un pueblo del que había leído que era bellísimo y, seguramente lo es más. Un pueblo que vive alrededor del vino (rodeado de viñedos, cuajado de vinotecas) y, tengo que reconocer que, por lo visto, pensado para beber en la intimidad: mientras que las botellas estaban a precios muy aceptables, una copa de vino blanco correcto, pero también el más sencillo de la carta, en una de las terrazas de la plaza principal, costaba 5 €. Merece la pena porque hacía un día fantástico y no sé si alguna vez volveré por allí pero hay que reconocer que no deja de ser un



La catedral también era interesante. Transición del románico al gótico y vidrieras estrechas pero, a la vez, coloridas…



Lo más recomendable según mis consultas por internet era el atrio porticado y allí una “Piedad” abstracta, hecha de hierro y óxido que a mí no me ha convencido pero, en cambio, a Ion le ha encantado.

Del resto del viaje creo que hay que destacar la lasaña y la siesta al sol de la piscina del sábado. El partido España-Francia que, aunque no soy muy futbolera he vivido por eso de la euforia colectiva.  La hoguera de San Juan que nos construimos en una fuente para no quemar el suelo. Y el domingo en Bordeaux. 


Un fin se semana que quiero recordar.

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